La Selva Amazónica podría convertirse en un sabana cubierta de hierbas apenas 49 años después de que alcance un punto ecológico crítico. Un Equipo de investigadores descubrió que una vez que comiencen a colapsar los ecosistemas más grandes del mundo como el Amazonas, es probable que desaparezcan mucho más rápido de lo que se había previsto.
Un estudio
publicado en la revista Nature Communications confirma que la velocidad del colapso es
sorprendentemente desproporcionada para los grandes ecosistemas. Si bien los humanos
están provocando el colapso de estos ecosistemas por la deforestación rápida,
el exceso de pesca y otras actividades, también serán quienes paguen el precio
una vez que estos hábitats hayan sido desaparecidos
El
cambio climático aumenta la probabilidad de colapso
El cambio climático está empeorando aún más la
destrucción de los ecosistemas. El medioambiente de todo el mundo se está
calentando a un ritmo que no se puede soportar.
“Lo que estamos
viendo son ecosistemas que realmente no se están recuperando, se están quedando
en este tipo de estado estable pero degradado”.
Publicado en CNN en Español - 10 de marzo de 2020
En el pasado mediante el sistema de roza y quema el hombre cultivó este tipo de selvas, cortando una pequeña área para luego quemarla. Los nutrientes están inmovilizados y al realizar la quema estos vuelven al suelo tras ser liberados. Pero la proporción de estos nutrientes liberados de la biomasa es muy pequeña y la recolección de los cultivos los va empobreciendo y el suelo se vuelve cada vez menos productivo.
Por lo tanto, ese espacio es abandonado y esta misma tarea se va repitiendo en otros sectores de la selva. Los espacios abandonados se van poblando nuevamente de vegetación ya que actúan la frutación y el traslado de semillas por parte de los animales de forma simultánea. De esta forma, se recupera el estado original de cada espacio abandonado y entonces se puede concluir que el sistema de roza y quema no afecta el mantenimiento del ecosistema de la pluvisilva.
Sin embargo, el problema surge con las nuevas técnicas de cultivo, mucho más intensivas y extensivas en el uso de áreas. Las distancias son mucho mayores para que se de el proceso simultáneo mencionado anteriormente, por lo cual las especies originales no volverán a ocupar ese espacio.
Esto implica la pérdida de millones de años de evolución y la pérdida de uno de los ecosistemas más complejos del planeta.
En perspectiva a futuro, hay dos miradas. Por un lado, la optimista de parte de los agrónomos y; por el otro, una más pesimista de parte de los ecologistas. Se puede plantear una restricción a la expansión cuando se trate del aumento de especies o productos cultivados en otros medios: arroz, maíz, soja, caña de azucar.
El escaso contenido de nutrientes en oxisoles y ultisoles requerirían el uso de fertilizantes con lo que implica, ya que no son retenidos y son eliminados de las tierras por el agua de escorrentia (drenaje hídrico). Además, no existe estación seca, propia para la recolección de los cultivos. Y también señalar que los oxisoles pueden litificarse, es decir volverse rocosos al no tener cobertura vegetal y estar expuestos a la atmósfera como está sucediendo en algunas granjas del Brasil.
Se podría justificar que existen condiciones técnicas para hacerle frente a estas dificultades. Sin embargo requerirían una enorme inversión de capital. Por otra parte, esta justificación (la destrucción del ecosistema) se podría reducir si los beneficios fueran superiores a las pérdidas.
Diversas estimaciones establecen una pérdida de 60 mil kms. cuadrados anuales en los ochenta y otras más recientes las elevan a 100 mil. Y a nivel mundial las proyecciones indican que los pocos restos de pluvisilva quedarían confinados en el Amazonas, además del África Ecuatorial.
La pérdida de selva en la cuenca amazónica es acelerada, independientemente de distintas políticas que con intermitencias se aplican en el país.

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